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"Todas las preguntas que se te ocurran..."


«Amar la pregunta, por encima de las respuestas, tendría que ser un sentido rector en la ética de nuestra vida»
De mis apuntes del curso Antropología del Arte

Recuerdo con nostalgia mi primer día de clase al iniciar la licenciatura, creo que era la tercera semana de agosto, el primer curso fue Historia de la Antropología Mexicana y la doctora nos entregó un artículo titulado «Del nacionalismo a la internacionalización: El desarrollo de la antropología mexicana, 1934-1946» de Robert V. Kemper, junto con la consigna de, para la siguiente semana, leer y traer todas las preguntas que nos hayan surgido tras su lectura.

No termino de convencerme si aquello fue por la euforia de estar iniciando una licenciatura (y que aquellos ánimos poco a poco se fueron apagando) o simple frustración que se explayó a otros cursos. El caso es que a la siguiente semana llegué a clase con un total de 28 preguntas pero no me fue del todo grato ver que muchos compañeros, a lo mucho, habían llegado con 3 o 4 preguntas. Después de aquello no volví a elaborar tantas preguntas cuando lo solicitaban.


A lo largo de distintos semestres se han abordado diferentes formas de elaborar/entregar reportes de lectura, resumir los puntos más importantes de X autor de manera que si fuese necesario volver a consultarlo no haya necesidad de leer todo el libro sino que bastase con los puntos que hayamos rescatados en los reportes anteriores.

Todo esto, y como algunos profesores llegaron a señalar, con la finalidad de formarnos un hábito (necesario) en la práctica. Por lo regular, el tipo de reporte difiere de clase en clase y en muchos casos más que fomentar una práctica los he visto como requisitos del programa, por lo que una vez terminado el semestre no vuelvo a elaborar reportes de esa forma. Por ejemplo;
Hay una amiga/colega que al día de hoy, a menos que el profesor indique un modelo diferente, elabora todos sus reportes con el formato que nos diera en el primer semestre quien impartía el curso de Historia de la antropología mexicana.


El formato, como veis, es bastante práctico —y hablamos de un curso en el que para cada sesión había que leer libros completos— señalando los “objetivos del texto”, un “argumento central”, un “argumento secundario” y al final una conclusión pre-debate pues después de la discusión en clase escribíamos otra conclusión.

En otros cursos nos pedían un resumen sin importar la extensión del mismo pues en la mayoría de los casos no importaba entregarlo sino que este nos fuese útil en la discusión del seminario. Sin mencionar que son muy —muy— pocos los profesores que se preocupan por la retroalimentación1. Algún que otro profesor nos pedía “frases que resumieran los puntos más importantes” y “frases que contrasten lo expuesto por un autor con lo expuesto por el de la sesión pasada”; y por último, un profesor que nos pedía 250 palabras máximo. ¡De un capítulo de 20 páginas! Era agobiante, aunque no lo parezca.

¿Pero a donde quiero llegar con estas 505 palabras de relleno? Pues todo ese recorrido me trae hasta aquí, en un semestre en el que hay un giro de tuerca que se había “anticipado” desde el inicio. Ahora importan más las preguntas que un texto pueda proporcionarme.

Desde que inició este semestre se me ha alentado a “preguntar”. Leer X texto y ¿Cuántas preguntas surgen tras su lectura? Mirar X película/comercial/cortometraje ¿Y por qué el director hace uso de tal o cual elemento?

«Teorizar es repetir, pensar es criticar. Y podría decirse que esa frase resume el espíritu que debe estar presente en cada curso»

Esto es un pedazo de mis primeros apuntes del curso Epistemología de las ciencias sociales, a la vez que se nos decía cuál sería el objetivo en cada clase: negar, problematizar, contradecir… No es tan sencillo como parece. A veces pienso que creemos tan poco de lo que aprendemos que no estamos del todo dispuestos a defenderlo, o por el contrario, atacar los postulados teóricos de otros autores. Es interesante ver a veces el silencio que reina en algunas clases cuando nadie se anima a problematizar.

Incluso fue algo que mi querida tutora me señaló la última vez que hable con ella: “no saben problematizar.” Refiriéndose a algunas tesis que carecían de objetivos y problematización de la investigación; aun no me he visto en la “obligación” de defender lo que será mi tesis, pero el día está cada vez más cerca, y como estoy ahora… no creo ser capaz de conseguirlo.

Pero no quiero terminar así la entrada (abriéndome una vena), siempre el silencio se rompe y las ideas, dispersas y fragmentadas, se logran articular… no para generar respuestas, sino para esas tan ansiadas interrogantes que, aunque no lo parezcan, aportan mucho más al saber que las certezas.

Gracias por leer hasta aquí.

Nimrod
Bastardo Antropomorfo



1 No lo digo en forma de crítica, hay profesores que sencillamente solo devuelven los resúmenes con observaciones a aquellos que lo solicitan, conscientes de que a “algunos” esto no les interesa.

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