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El Antropólogo Inocente, de Nigel Barley | Reseña


“En lo que se refiere a vivir en armonía con la naturaleza, a los dowayos les queda mucho camino por recorrer. Con frecuencia me reprochaban el no haber traído una ametralladora de la tierra de los blancos para poder así erradicar las patéticas manadas de antílopes que todavía existen en su territorio.”
Nigel Barley, El antropólogo inocente
           Esperaba inaugurar esta sección con un libro en especial, pero no me fue posible conseguirlo en digital así que lo estoy escaneando (no quiero reseñar un libro que no pueda compartiros), además, la presente reseña la hice a partir de un trabajo que me pidieron el semestre pasado, por lo que no tuve que volver a leer el libro de Barley. Si aun así queréis leer mi trabajo pueden consultarlo en este mismo blog, pero les advierto que es bastante largo.

         Este primer libro de Barley surge en un punto de la historia de la antropología y dentro de un clima intelectual clave, lo que Geertz en su libro El antropólogo como autor (1988) denominó «hijos de Malinowski»; esto no se refiere a que los otrora sean seguidores de los planteamientos teóricos y metodológicos de Bronislaw Malinowski, sino principalmente por las reacciones tardías y paroxísticas al libro A diary in the strict sense of the therme, editado póstumamente en 1967 por su discípulo Firth.

         La lectura del libro de Barley es bastante amena y su descripción de los acontecimientos no está exento de un sentido del humor muy british (lo más parecido a si los Monty Phynton hubiesen hecho un largometraje sobre un antropólogo). Por ejemplo, me encanta cuando describe que al arribar a la aldea dowayo y encontrarse con las primeras personas, lo primero que hizo fue exclamar:
«Llevadme ante vuestro jefe.»

         Su descripción de la cotidianeidad y cultura de los dowayo está plagada de inconvenientes, como que le roban la comida en el primer día, las constantes respuestas tautológicas en las entrevistas y las constantes burlas que hacen de su trabajo:
«Yo les causaba muchísima gracia. “Sacaban fotografías” con un cuenco roto y “tomaban apuntes” en hojas de palmera. Por mi parte, procuré pagarles con la misma moneda: cuando me pidieron dinero les entregué solemnemente el tapón de una botella»
        
         Desde que me topé con este libro buscando entre el escaso material “antropológico” de las librerías procuré leerlo, y cuando se me presentó una oportunidad de elaborar un trabajo al respecto lo aproveché.


Vale, no quería hacer otro análisis del libro, si queréis eso pueden consultar esta entrada: Los dowayo desde la mirada del antropólogo inocente, que es una modificación del trabajo que entregué. Y si no es lo que buscáis, pues aquí os dejo el libro para que puedan descargarlo y leerlo.

Es muy difícil que un libro de antropología pueda ser leído por personas no-iniciadas en esto, por ello me gustaría en esta sección reseñar este tipo de literatura, libros que permiten un mayor acercamiento hacia mi amada antropología, entre risas y anécdotas. No por nada, en su momento, el libro consiguió ser best-seller.

Nada que ver si me da por reseñar a Marvin Harris.

Ficha ISBD:
Barley, Nigel
El antropólogo inocente : notas desde una choza de barro.  – 18ª ed. Barcelona : Anagrama, 2004. -- 119p. : .pdf ; 5.56Mb. -- (Crónicas).
DL B.20391-2004. -- ISBN 8433925180
1.    Antropología
2.    Etnografía (Trabajo de campo)
 I. Cardín, Alberto, pr. II. Rodellar, María José, trad.

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Me gusta viajar en carro, de copiloto o en los asientos traseros, mirando por la ventana. Los colores del paisaje se mezclan a la velocidad que viajamos, las luces se funden y estiran a todo lo ancho del cristal hasta desvanecerse. El cielo se mancha de trazos agresivos del follaje de los árboles y por las noches, las señalizaciones del camino, que reflejan la luz, destellan fugases al ser rebasadas.